3.4.05

FUMATA BLANCA



Tristes días son los que estamos viviendo como consecuencia de tres acontecimientos que están conmocionando la opinión mundial y que por diferentes motivos nos afectan como seres humanos ante el fatal desenlace al que están predestinados.

Primero fue el polémico y lamentable caso de Terri Schiavo y su desconexión del aparato que la mantenía con vida en estado vegetativo desde hacía 15 años y que al final prevaleció ante la justicia el deseo de su marido de poner fin a tal situación angustiosa.
Este acto ha causado diferentes reacciones, unos opinando que no se debiera haberlo efectuado por considerarlo un atentado contra la vida y otros defendiendo esta decisión por estar a favor de una muerte digna.

También tenemos que lamentar el estado en el que se encuentra el Príncipe Rainiero de Mónaco, cuyo punto final puede producirse en cualquier momento.
Por su largo historial romántico y monarca de un pequeño estado europeo sinónimo de lujo y riqueza, siempre quedará en nuestra memoria por las múltiples vicisitudes familiares de las que ha sido protagonista y por su porte aristocrático que siempre ha mantenido a lo largo de su vida.

Ayer 2 de Abril, a las 21.37, murió el Papa Juan Pablo II. Tras un pontificado de mas de 26 años, uno de los mas largos de la historia, la vida del Sumo Pontífice se extinguió después de dos meses de agravamiento de su salud. Hasta los últimos momentos de su vida quiso estar cerca de los que esperaban su mensaje y sin apenas poder pronunciar una frase, su última palabra a los que estaban reunidos en la plaza de San Pedro fue un welcome pronunciado con agonizante despedida.
Después de los días de luto y funerales que han de suceder, llegará el tiempo en que los cardenales se reúnan en cónclave para designar al futuro Papa.
Los de mi edad ya hemos visto fallecer a cinco Príncipes de la Iglesia Católica y por quinta vez volveremos a esperar esos días en los que la televisión nos irá transmitiendo desde el Vaticano, el penacho de humo que cada día asomará por la chimenea en la que se incineran los votos de los cardenales que estarán deliberando al sucesor y que mientras sea de color negro, quiere decir que no ha habido mayoría.
En el momento que haya consenso unánime para la designación papal, asomará por encima de los tejados de la Santa Sede, la tan esperada fumata bianca como símbolo del inicio de un nuevo sucesor de San Pedro y pastor de la grey católica.

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