REBAJAS
Es evidente que vivimos en una sociedad de consumo y que a lo largo del año todas las fechas están copadas para incitar al gasto mas o menos responsable.
A partir de la década de los sesenta se inició tímidamente el culto al regalo promocionando el día de la madre el primer domingo de Mayo, el del día del padre en la festividad de San José, el de los enamorados por San Valentín y el tradicional día de Reyes.
A lo largo de las últimas décadas han ido proliferando espectacularmente las formas de inducir a comprar, a ilusionar al personal de la forma mas edulcorada, a ofrecer tres pagando dos, a comprar un diario con su consabido regalo incorporado o proporcionando una libreta a la que tienes que ir pegando los cupones de posteriores días para lograr ser poseedor del regalo prometido.
Todas las formas de incentivar el constante derroche de nuestros bolsillos por cualquier causa, me dejan perplejo por la habilidad de sus promotores que no cejan en innovarse perpetuamente.
Con las famosas rebajas ocurre lo mismo; una vez exhaustas las carteras y tarjetas de crédito con el despilfarro de las pasadas celebraciones, aún quedan reservas para caer en la tentación de comprar algún artículo, no siempre necesario, pero que por su llamativo reclamo acabará en nuestro poder.
Hemos pasado de unas escuálida rebajas de dos semanas a alargarlas casi dos meses para reiniciar el ciclo el mes de Marzo con renovado ímpetu primaveral y así ininterrumpidamente una y otra vez, para mayor satisfacción del personal.
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