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Por encima de todas las noticias de actualidad a nivel político, deportivo, económico y de otra índole que diariamente se suceden, hay que destacar la que está mas a nivel de la calle, de la que afecta a un número considerable de personas de todas las edades y que por su virulencia causa un elevado número de defunciones entre los de edad avanzada.
Nos informan reiteradamente del colapso que se produce en los servicios de urgencia de los hospitales a donde acuden diariamente cientos de pacientes con síntomas diversos de gravedad. La mayoría tienen que esperar durante horas para ser atendidos y llenando los pasillos del centro hospitalario.

Los tanatorios han tenido que improvisar un sistema urgente de evacuación para reducir el tiempo de vela del fallecido. Los familiares que consienten el traslado directamente al campo santo y tras una breve ceremonia, proceder a su entierro.

En ésta postrera despedida que iguala a todo ser humano, igual que su nacimiento, destacan los óbitos de personas que han alcanzado un renombre universal y a los que se les rinde el homenaje correspondiente.
La soprano Victoria de los Ángeles, el actor Agustín González, la actriz Virginia Mayo, son algunos de los últimos en la lista de los fallecidos.

Cuando se entra en la recta final de la vida, cualquiera de estas desapariciones te hacen rememorar momentos felices que en un determinado espacio de nuestro tiempo llenaron muchas horas de nuestra juventud y con las que nos sentimos vinculados sentimentalmente.

Con ayuda de mis remedios caseros, voy eludiendo satisfactoriamente el acoso de tan ingrata epidemia y hasta el día de hoy continúo al pié del cañón con renovado entusiasmo.