27.1.05

FRIO



Hay un refrán castellano que dice: cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo.
Esta mañana a primera hora no he visto ningún grajo, pero hacía un frío del ídem.
No he querido mirarme al espejo del recibidor por no contemplar la absurda figura que me hubiera devuelto de mi imagen; me he puesto dos jerseys de cuello alto debajo de la cazadora, una bufanda que me tapaba la boca y nariz, los guantes de felpa y un gorro cubriéndome la cabeza y las orejas.
No sabe mi perro Rohn, pero lo intuye, el sacrificio que representa lanzarse a la calle con esta indumentaria y observar con lágrimas en los ojos los –3º del termómetro farmacéutico.
Antes de salir de casa, ya me he informado de las temperaturas de mi ciudad, a las que tengo que descontar por lo menos dos grados por mi situación geográfica. Según los partes meteorológicos, parece que esto va a durar varios días y es uno de los peores años que hemos padecido por las condiciones climatológicas.

La Dirección General de Tráfico advierte constantemente de las normas que hay que adoptar para no sufrir un percance en los desplazamientos por carretera y recomienda el uso del automóvil estrictamente lo necesario.

En los lejanos tiempos del heroico 600, cuando no había autopistas, ni cadenas para las ruedas, ni teléfonos móviles, ni áreas de servicio, ni equipos de ayuda en carretera, ni máquinas quitanieve, nos lanzábamos inconscientemente a recorridos de cientos de kilómetros ignorando totalmente el panorama que nos encontraríamos a lo largo del viaje.

En uno de éstos viajes imborrables en el recuerdo, atardecía en Cervera (Lérida) y la tormenta de nieve arreciaba camino de La Panadella. El utilitario ascendía penosamente en segunda la carretera N II, dejando tras de si otros coches abandonados en el arcén.
Logré alcanzar refugio en uno de los restaurantes y pasamos la noche sentados en el bar.
A media mañana y fiándome de mi intuición, pusimos rumbo a Barcelona ascendiendo en primera el collado del Bruc conteniendo todos la respiración para no quedarnos atrapados en el hielo que cubría la calzada.

Mi coche y mi experiencia superaron una situación de la cual tengo agradables recuerdos por la dificultad que superamos sin los medios que hoy son habituales.

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