13.6.04

Como un feligrés de antaño que acudía puntualmente todos los domingos a misa de siete, así me sentía ésta mañana recién abiertas las puertas del Colegio La Farigola, para volver por cuarta vez en pocos meses y ejercer el derecho al voto.










Como siempre lo he hecho a mi partido, el de toda la vida, no como otros que una hora antes aún tienen dudas y votan al más guapo, al de promesas que nunca se cumplen, al dictado de un mensaje por el móvil ó al del toro y la pandereta.

Ya tenía 41 años cuando pude empezar a tener la libertad de poder votar a la tendencia ideológica que me era mas afín. Nos ha costado mucho esfuerzo, pero está demostrado que si se participa vas consiguiendo lo que no sería posible con la abstención de los escépticos y pasotas. Si no votas, no te quejes.

Como estaba en un estado de profunda satisfacción, he empezado a preparar el destino de nuestro viaje de vacaciones.

Cuando nos casamos, le prometí a Mari Luz que la llevaría algún día a Brujas, ciudad que me cautivó en un viaje que hice en el 60. Pero ahora, sin renunciar a mi palabra, estoy casi decidido por desplazarme un poco más arriba del mapa y viajar hasta un destino que me atrae con insistencia: Islas Feroe










No tenemos fecha para esas vacaciones, pero la ilusión del momento en que las podamos disfrutar, nos mantendrá mentalmente felices y esperanzados

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