29.4.04

Mi amigo Francisco y yo salíamos con dos hermanas. El lo hacía con Elena, yo con Carmen.
Elena era una morenaza guapísima y lucía una trenza que le llegaba casi hasta la cintura, de carácter decidido y muy comunicativa.
Carmen era castaña, un poco mas menuda, con una expresión picaresca y enamoradiza.

Tuvimos una buena relación de amistad que duró algunos meses de aquel 1958. Un día de ése verano, la llevé a presentársela a mis padres. Entonces vivíamos en Vall-Par y debido posiblemente al entorno tan magnífico que se divisaba desde nuestra
  • casa-manantial
  • en plena sierra de Collcerola, mis sentimientos enamoradizos se dispararon a velocidad vertiginosa. Fue una tarde maravillosa de mimos y promesas, de subir al limbo de la felicidad.

    Cada día nos veíamos al filo del mediodía, cuando ella y su hermana venían del gimnasio y pasaban por delante de nuestro almacén camino de su casa en la calle Calvet.
    El gimnasio al que acudían diariamente era el Blume de la calle Padua. El director era el padre de Joaquín Blume, nuestro
  • mundial gimnasta
  • .
    Por azar del destino, un año mas tarde de estos hechos, viviendo yo en Valencia, se produjo el trágico accidente aéreo en la serranía de Cuenca que truncó la triunfal trayectoria del mejor deportista de aquellos tiempos.
    Hoy se cumple el 45 aniversario de su trágico final. Nunca te olvidaré
  • Joaquín Blume
  • haciendo el Cristo en las anillas.

    No hay comentarios: