25.4.04

A amanecido un espléndido domingo, el último de éste movido Abril que tantas noticias hemos ido viviendo con sobresaltos constantes en el plano político y a las cuales no voy a referirme por haber llegado a un punto de saturación informativa.

Simplemente relato las pequeñas vivencias de un día cualquiera que forma una de las cuentas del rosario de mi existencia.

He cumplido en principio con el ritual mañanero de darnos un paseo con Rohn. La calle está desierta a éstas horas. En el luminoso de la farmacia leo la hora: son las 7.40 y la temperatura 18 º. Observo que a la cabina de teléfonos le han hecho una visita vandálica durante la noche: la han dejado huérfana de los cristales, cuyos restos se desparraman en su alrededor. Junto a los contenedores, sobreviven una tele, dos ordenadores, una nevera, un colchón y muebles varios, que algún vecino pasota ha decidido adornar la acera con nocturnidad e insolidaridad.

Después de desayunarnos los tres, por que mi mascota no se toma sus galletas si no estamos juntos, inicio la lectura del libro que me regaló Mari Luz ayer. Empiezo con fruición la lectura de Anécdotas para después de una guerra, de Rafael Abella. Con éstos relatos tan humanos, tan verídicos, me sumerjo y reafirmo en hechos acaecidos hace mucho tiempo.

Hago una pausa y salgo a comprar La Vanguardia para continuar la adquisición que semanalmente me he propuesto, de la Gran Enciclopedia Catalana. Voy por el séptimo tomo, de los veinte de la colección.

El resto del día transcurre placenteramente, pero estoy deseando que el reloj marque la hora del
  • PARTIDO
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    Son las 19.30, por fin. Apago, el Solari nos ha marcado. Son las 20.30, aparece Kluivert y GOL. Faltan cinco minutos para el final y Xavi, a pase de Ronadilnho Gaucho, alcanza la 16 victoria del Barça, y es contra el R.M..............

    Me voy a dormir oyendo los petardos que lanza un culé, hacia el cielo de nuestra ciudad, con la satisfacción de haber vivido otro día maravilloso.

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