La salida la efectuábamos desde el parador Montserrat Exprés de Collbató, para trasladarnos a Barcelona. La primera vez, lo hicimos en una furgoneta de transporte de pescado, en la que un poco amontonados y llevando la ofrenda que tendríamos que transportar a hombros durante todo el trayecto. A las 10 de la noche empezó la andadura, partiendo desde Esplugas y siguiendo por la antigua Nacional II, íbamos por turnos de cuatro portando la ofrenda y otros cuatro de relevo, que efectuábamos cada dos horas. A primera hora de la mañana nos tomábamos un respiro para adecentarnos y borrar de nuestro rostro las muestras de cansancio e insomnio.
El último kilómetro lo hacíamos rodeado de los que iban llegando a la Montaña y también de nuestras familias, que muy temprano habían subido desde Collbató por los senderos de acceso a Montserrat. Después de ser recibidos por los monjes y hacer la ofrenda a la Moreneta, nos hacíamos la consabida foto en la explanada del Monasterio.
La última subida que hicimos, fue partiendo desde el Pati dels Tarongers, de la Generalitat, haciéndonos pasillo los Mossos de Esquadra a los dieciseis portadores, todos uniformados con el mismo modelo de chándal y causando el gran asombro de los que nos veían subir por las Ramblas, el Pº de Gracia y la Diagonal.
Era la subida de unos ilusionados cuarentones, tenistas aficionados, que a pesar de la larga caminata, siempre llegamos emocionados a los pies de nuestra Virgen Morena.
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