6.12.03

Feliz cumpleaños, Virginia. Era sobre las ocho de la tarde que te vi nacer. Viniste apaciblemente y sin causar problemas. No nos diste malas noches y cuando te llevábamos en el cuco a cualquier parte, ni nos enterábamos. Un día que fuimos con mis padres a tomar un aperitivo en Mistral de Esplugas, tenías dos años, eras una princesita de rizos rubios y un gorrito enmarcándolos. Otro día en la parcela de Cunit, te defendías de tu hermano que te perseguía con la pala de juguete. Y el rictus de tu cara el día de la comunión, con el lirio en tu mano. Los bailes al son del comediscos de las “pares carbasé”. Los cursillos de natación con el profesor Bassas, los helados del cojo Laureano después de comer. De amazona por la calle de la piscina y el bar de Monistrol con tus amigos de Collba. Hasta que llegó un cinco de diciembre y te llegó lo que deseabas. Todos nosotros somos muy felices al ver que tu vida está muy bien encarrilada al lado de Marta y que te deseamos sea eternamente dichosa. Hoy sólo dedico mi diario a mi hija, de quien siempre he recibido respeto y cariño. Con mis más fervorosos deseos de SALUT I LLIBERTAT.

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