28.10.03

Esta mañana he pasado por delante de la Casita Blanca. Sirve para lo mismo que hace muchos años. Sobre si ahora ya no nos atrae como Meublé, lo cierto es que en los 40 y los 50 fué famosa por los personajes de todo pelaje que allí se refocilaban con sus amantes, desde políticos recién aupados a estraperlistas millonarios y algún que otro cargo eclesiástico de renombre. Pues bién, suerte a una señora que hacia la colada en dicho "hotel", le suministraba a mi madre pichones que tenia en el terrado, para poder hacerme un caldo, puesto que no habia ningún alimento que me pudieran dar. Lo del racionamiento con los cupones de la cartilla aún tardaría bastante en ponerse en marcha. Si algo sólido podíamos comer, provenia del rancho que le daban a mi padre en el cuartel de Atarazanas y que el guardaba para mi madre y para mi. En aquellos trístisimos años no tuvimos ni SALUT ni LLIBERTAT.

No hay comentarios: