15.5.06

TRIUNFALISMO



Desde los albores de la humanidad el ser humano siempre se ha dividido entre vencedores y vencidos, entre ricos y pobres, entre guapos y feos, entre listos y alelados. Los primeros son los que destacan en cualquier actividad que se propongan, tanto de índole económica, política o religiosa. Los segundos simplemente son víctimas del tropismo, igual que los girasoles que se orientan hacia la deslumbrante luz del sol.
La historia está cuajada de ilustres nombres que dejaron huella por sus conquistas, descubrimientos, santidad, famosos escultores y pintores, mecenas de las artes y la literatura, inventores humildes que tras ímprobos años de investigación, nos legaron el principio de nuestro bienestar actual.
Pero, siempre hay un pero, también existen los triunfalistas. Son esa raza que sin ser los héroes del altruismo, ni querer compartir con el prójimo su posición privilegiada, se aprovechan de la necesidad de los débiles.
El planteamiento de sus acciones sólo tiene una meta, escalar cuanto mas rápido y mas alto las posiciones que le permitirán dominar el espacio que ha escogido de su entorno.
El triunfalista desdeña a quien considera que no está a su altura, se envanece con la cohorte de corifeos que le adulan, se considera líder de su emporio. La traición, la estafa, el robo, la deslealtad, son las armas que con inusitada soberbia restriegan por doquier, para colmar su desmedida ambición.
Me gustaría vivir en un mundo justo y equitativo, en una sociedad progresista pero participativa, en la que la igualdad no fuera una mera utopía, donde el triunfalismo de los necios fuera arrasado por la victoria de los humildes

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