8.2.05

EL DESTINO



Hace un mes y medio se produjo una de las catástrofes mas grande en la historia de la humanidad en cuanto a vidas humanas. Según las estadísticas, casi 300.000 personas perdieron la vida a consecuencia del tsunami apocalíptico que asoló grandes extensiones de la geografía mundial. En un breve espacio de tiempo, el maremoto segó la vida de unas personas que estaban en el lugar equivocado en un momento concreto. Su destino estaba escrito y nada ni nadie podía impedirlo.

Este domingo, en un pequeño pueblo de la provincia de Castellón que se llama La Todolella, un numeroso grupo de amigos festejaban el cincuenta aniversario de un compañero y eligieron para ello un albergue situado en las afueras del pueblo. Debido a las bajas temperaturas que habían inutilizado las cañerías del agua que alimentaban el sistema de calefacción, optaron por instalar unos radiadores de gas que se utilizan en las granjas de animales. La mala combustión de éstos aparatos y la falta de ventilación en la habitación donde se echaron para descansar, arrebataron la vida a 18 de ellos, la tercera parte de los que se habían reunido para celebrar el evento.
Otra vez el destino escogió dramáticamente a sus víctimas sentenciándolas al sueño eterno.

Tampoco tuvieron elección los ocho ocupantes de la furgoneta que transitaban desde Sabiñánigo a Jaca para incorporarse a su trabajo y que perdieron la vida al ser embestidos por otro vehículo que invadió su carril. El destino de todos ellos estaba marcado de antemano.

Yo estoy convencido que al nacer ya llevamos marcada la trayectoria de lo que nos va a suceder, cada segundo de nuestra vida nos va encaminando hacia un destino inexorable contra el que nadie puede modificar su desenlace. El conjunto de los hechos que forman la trama de la vida humana y el de cada uno en particular es nuestro destino, el que escogerá el momento y el lugar de nuestro fin.

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