CALÇOTS
Para los que no sean catalanes, el encabezamiento del comentario de hoy posiblemente no sabrán a que me refiero.
Los calçots son lo que en castellano se conocen como cebolleta blanca y la pronunciación es “calsots”.
Ahora estamos en plena temporada de ésta planta liliácea que tiene entre nosotros una gran tradición gastronómica y sentimental.
Son miles las personas, que especialmente los fines de semana, hacen sus reservas con varias semanas de antelación en los cientos de restaurantes especializados para la preparación de tan humilde bulbo.
Todo el ritual que comporta el verlos colocados sobre una teja y puestos a la brasa hasta llegar al punto justo de cocción, el presentarlos en la mesa acompañados de la inseparable salsa compuesta de almendras, avellanas, tomate, ajo, perejil, aceite y vinagre, coger la cebolleta por la parte superior de las hojas e introducir la parte blanca en la salsa, elevar el brazo por encima de la cabeza sosteniéndola con decisión e introducirla garbosamente en la boca, es todo un espectáculo inenarrable.
Cada uno de los comensales va provisto de sendos baberos para evitar los chorretones de la salsa y también para limpiarse los dedos del negro rastro que las brasas han dejado en las hojas.
Este primer plato va acompañado después por parrilladas de carne, butifarras con judías y cualquier especialidad del lugar al que hayamos acudido.
Las mas famosas por ser la cuna de esta especialidad, son las de Valls en el Camp de Tarragona, en las que durante muchos años hemos sido asiduos visitantes.
De lo espectacular del acontecimiento, dejo aquí reflejado un día cualquiera de tan entrañable acontecimiento.
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