22.11.04

POESIA



Son los lunes días de iniciación, como de querer empezar a hacer algo distinto.
Hasta hoy no he mencionado nunca el deleite que supone la lectura de poesías.
En homenaje a Antonio Machado, de quien soy un apasionado lector, transcribo un poema que hace muchos años caló muy hondo en mi espíritu:








Yo escucho los cantos
de viejas cadencias
que los niños cantan
cuando en corro juegan,
y vierten en coro
sus almas que sueñan,
cual vierten sus aguas
las fuentes de piedra:

con monotonías
de risas eternas
que no son alegres,
con lágrimas viejas
que no son amargas
y dicen tristezas,
tristezas de amores
de antiguas leyendas.

En los labios niños,
las canciones llevan
confusa la historia
y clara la pena;
como clara el agua
lleva su conseja
de viejos amores
que nunca se cuentan.
Jugando, a la sombra
de una plaza vieja,
los niños cantaban…

La fuente de piedra
vertía su eterno
cristal de leyenda.
antaban los niños
canciones ingenuas
de un algo que pasa
y que nunca llega:

la historia confusa
y clara la pena.
Seguía su cuento
la fuente serena;
borrada la historia,
contaba la pena.

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