20.10.04

CHETE



Cuando empecé a darle vueltas en mi cabeza a la posibilidad de querer contar mis vivencias, deseos, frustraciones, alegrías y desencantos, opté por el medio que me pareció mas idóneo en ese momento. Poder transmitir a través de la letra impresa lo que sentía para que estos pensamientos no se perdieran y quedara testimonio de ellos.

Siempre tuve la intención de plasmarlo en un cuaderno o en unos folios que quizás nadie llegara a leer, pero ante la insistencia de mis más íntimos familiares que me motivaron para que lo expresara de manera más actual, es por lo que decidí emprender éste ignorado camino de los blogs, las webs, los buscadores y demás términos tecnológicos que a éstas alturas me cuesta asimilar.
Yo sólo aporto el comentario. El webmaster y responsable del tinglado es mi hijo Virgil que cuando pusimos en marcha el Diario de un jubilado desilusionado, me sugirió utilizara como apodo el apelativo bajo el que se me llama en el ámbito familiar y de amistades íntimas.

Desde mis primeros recuerdos de infancia, mi madre siempre me ha llamado así y continúa haciéndolo. En cambio mi padre usaba mi nombre de pila que quedaba como más serio. Después lo hicieron mis primeras novietas, los amiguetes cómplices de correrías, colegas en las pistas de tenis, nueras y yernos, nietos con ésa familiaridad que rejuvenece.Estoy encantado con el sobrenombre, me suena a dulce, cariñoso, próximo, confidencial, amistoso. Debe ser por que soy un romántico empedernido y eterno buscador de la gran utopía

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