17.9.04

No hay dos días iguales. Hoy es mejor que ayer y peor que mañana.
A éstas alturas de mi vida, aún no se a ciencia cierta si soy de los de la botella medio llena o medio vacía.
Como a cualquier ser humano, los acontecimientos que te rodean influyen de un modo u otro en tu actitud diaria para afrontarlos.

Los años te vuelven escéptico hacia muchas amistades que creías para toda la vida, pero siempre descubres que el mundo sigue girando y que “ a rey muerto, rey puesto”.
He llegado tarde a éste maravilloso mundo de la comunicación, como dicen por el sur, “el interné”,









pero lo estoy disfrutando como cuando tenía siete años y esperaba el día de reyes para ver si me habían traído lo que era imposible, un balón de futbol (los de aquellos tiempos llevaban un cordón) y que fuera del Barça.









Ahora es todo tan diferente y tan inmediato, que en un plis-plas te relacionas con personas de las cuales ignorabas su existencia pero al descubrirlas por el azar, te motivan y vuelven a llenar la botella medio vacía que a veces, en días de baja moral , tienes ante ti.
En la última semana dos chicas han dejado aquí en mi blog, algo que nunca les podré pagar: cariño y respeto por lo que para mí es una confesión de mi vida y mis sentimientos.
Gracias a Montilla y Aroa, vuestros dardos han acertado en la diana de mi corazón.

Para que la familia no se sienta discriminada, también os tengo presente a todos y muy especialmente a mis nietos Adriá en su tercer cumple, y Albert que son cuatro velas.

También en mi cenicero hay colillas: las del odio, la incultura y el desamor.

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