A media mañana recibimos una llamada telefónica de un buen cliente, le era urgente que le enviáramos un pedido de agua mineral con la máxima urgencia.
Como en aquel momento los dos camiones de reparto estaban cumpliendo con su ruta, decidió mi padre recabar la ayuda de un mozo del mercado de

Dicho y hecho. Sobre tan peculiar vehículo, cargamos quince cajas de 50 botellas de ¼ de litro de AGUA IMPERIAL y acompañando al conductor de tan singular transporte, nos encaminamos hacia nuestro destino: El bar del
El itinerario desde Mariá Cubí hasta Rambla Catalunya cantonada Gran Vía, fue una odisea. Una vez llegados a destino, había que situar la mercancía en un montacargas que lo colocaba en la bodega subterránea.
Lo que yo ignoraba en aquel tiempo, era la importancia que éste local había tenido y tenía en la historia de Barcelona y los personajes que desfilaron por sus salones.
Hoy disfruto de unos conocimientos que me transportan a la historia vivida en éste querido y jamás olvidado
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