16.3.04

Mi abuelo materno era gallego.
Militar de la armada con el grado de Condestable, profesor de logística en la Academia Naval de Marín. Nació en 1862 y una vez jubilado, después de una itinerancia académica y pedagógica en San Fernando (Cádiz) y Tarragona, recaló en Barcelona para integrarse en una sociedad que le era muy querida.

Vivía en un piso de la calle Diputación, junto a la Plaza Tetuán, y desde el balcón de su casa, pronosticaba con acierto donde caerían las bombas que desde el Canarias lanzaban contra la Fábrica Elizalde del Pº San Juan.

En lo que no acertó, fue en el primer bombardeo que la aviación que apoyó a los nacionales, lanzó por primera vez contra la población civil indiscriminadamente en la Gran Vía-Balmes causando cientos de muertos y el terror entre el pueblo que sólo salía a la calle para buscar algo para comer.

Esta horrible historia solo la sabemos los que la vivimos en 1938.
No hubo caceroladas, ni móviles, ni elecciones, ni ETA, ni Al Qaeda.
Aznar, Rajoy, el PP, Jiménez Losantos, Carlos Girauta, la COPE, aún no habían nacido.

Este 11-M en versión actualizada, sólo nos lleva a reflexionar que siguen existiendo fieras que odian y desean a toda costa matar a los que sólo deseamos vivir en paz.
Como anécdota, a tres meses de mi licenciación en Maestranza de Artillería, le tocó por sorteo a amigos míos ir a Sidi-Ifni. Cinco no volvieron.

En 1935 la mejor educación que se impartía en Catalunya era la de la República. A quien ame la verdad, que recapacite. Los años pasan, las ideas permanecen.
VISCA CATALUNYA, LA MORENETA, LA SALUT I LA LLIBERTAT.

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