10.12.03

Cuando ayer recordaba mi paso por Maestranza de Artillería, me viene a la memoria que por éstas fechas, a la salida del cuartel al mediodía, subía hacia mi casa en Vall-Par con la vespa que me había comprado dos meses antes. El suelo estaba mojado y en una curva de la carretera patiné dando con mis huesos en tierra. Me trasladaron al Hospital Militar, donde estuve ingresado unos días y me sirvieron para tener un permiso de convalecencia hasta pasadas las fiestas navideñas. Hoy el citado centro ya no es militar y lo han convertido en el centro de atención primaria denominado Parc Sanitari Pere Virgili. Tengo muy buena opinión de los servicios que nos prestan y de la doctora que me asignaron. Es un complejo sanitario muy grande que están modernizando para atender los servicios de los barrios de Vallcarca y Sant Gervasi. Cuando empezamos a tener descendencia, teníamos como médico de cabecera en régimen de iguala, al Dr. Coma, una de las personas con mas humanidad y dedicación a su profesión que jamás conoceré. Nunca tuvimos que ir a un servicio de urgencia, con una llamada telefónica se presentaba para reconocernos y administrar el medicamento adecuado. Llegó a conocernos tanto que más que nuestro médico, era nuestro amigo. Desdramatizaba las situaciones normales, pero era rápido en tomar medidas decisivas en las graves. Siempre acertó en los diagnósticos de las apendicitis de mis hijos y en la úlcera estomacal que padecí. Fumaba Chester y cuando venía a casa, íbamos tras él con el cenicero en la mano. Guardamos eterno agradecimiento a ésta gran persona y médico consagrado al bien del prójimo. Ahora el médico te reconoce a través de un ordenador y con la tarjeta sanitaria insertada en él, te sale la receta del medicamento apropiado. El pasado es enternecedor, el presente insospechado. Todo sea en bien de la SALUT I LLIBERTAT.

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