15.11.03

Hoy es jornada de reflexión. Tengo preparada la acreditación como apoderat dÉRC para mañana. Me han destinado al colegio electoral de la Pl. Nord en Gracia, feudo propicio a Carod-Rovira. Las previsiones meteorológicas pronostican lluvia durante todo el día, los bisagras tenemos paraguas y ganas, no faltará ni un@. En las noticias de TV3, hacían mención a los desplazados de los años 40, 50 y 60 a Catalunya. La estación de Francia era un hervidero de boinas con su maleta atada con una cuerda y en su interior, amén de pan y chorizo, la ilusión de encontrar una tierra de acogida y trabajo para ennoblecerse aspirando a lo que no tenían en sus lugares de origen. En las imágenes retrospectivas aparecía un autobús antediluviano que los había de trasladar a un destino ignorado para la mayoría. En uno de esos viejos armatostes, mi tía Victoria cuando nos apeábamos del tren en Mollet, nos trasladábamos hasta Martorellas donde vivía mi abuelo materno Vicente, condestable jubilado de la armada. Al descender del tren me hacía correr hasta la parada del “bus” para ser de los primeros y coger asiento, pero siempre acababa yendo de pié, pues mi plaza era ocupada por alguien mayor a quien había que ceder el sitio. Era cuestión de urbanidad, así me lo enseñaron y lo he practicado siempre, pero siempre quedó en mí lo que creo es un sentimiento de rebeldía al sentirme frustrado por las promesas de las personas que luego no cumplían. Vivimos en un mundo de promesas, pactos, amistades, amores en los cuales depositamos nuestras esperanzas e ilusiones y casi siempre todo ello se esfuma y te sientes estafado. Es dificil conseguir un mínimo del bagaje de la ilusión, pero por ello lucharemos honestamente y con el afán diario. SALUT I LLIBERTAT.

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