23.5.06

BERRACO o VERRACO



Desde hace varias semanas llevo oyendo en el programa protagonistas de Punto Radio, liderado por Luis del Olmo Marote, la parodia del Jardín de los Bonsáis y entre los histriónicos personajes que aparecen imitando a dudosos famosos del entorno nacional, me ha llamado la atención el personaje de Florentino Pérez, expresidente del Real Madrid, que se autodefine con el vocablo citado al principio.
Ignoro si la pronunciación se refiere al primer vocablo o al segundo, pero ello me ha llevado a indagar el significado de ambos, pues no he logrado averiguarlo en nuestro Diccionario de la Lengua.
El resultado que mas me ilustra lo transcribo a continuación como soporte a los curiosos de la lengua y su significado.








Qué verraquera, qué lío tan berraco





Sí, esa es la disyuntiva a la que nos enfrentamos algunos costeños respetuosos del idioma español, al tropezarnos, muy frecuentemente, la palabra berraco en los diferentes medios de comunicación del país.

En las últimas semanas, prestigiosos periodistas de El Tiempo como Roberto Posada García-Peña, Daniel Samper Pizano, Miguel Silva, Salud Mora y Soledad Moliner, entre otros, la han utilizado en sus rutinarias columnas. Todos, al unísono, coinciden en escribirla con “B de burro” cuando lo correcto es hacerlo con “V de verraco, de cerdo padre”.

Este término no ha sido aceptado por la Real Academia Española de la Lengua en ninguna de las acepciones en las que lo usamos los colombianos, como lo son los siguientes significados: 1) grande, excelente, valiente, obstinado, estupendo, fantástico, muy fuerte, bárbaro, fenomenal, extraordinario, talentoso, diestro, audaz, osado, etc., 2) Airado, enojado, guapo, bravo, furioso, colérico, malhumorado, disgustado, encolerizado, etc., 3) Para calificar una situación o tarea como difícil de realizar, complicada, enredada, confusa, problemática, etc.

No creo que exista un solo periodista costeño que se atreva a escribir en El Informador, en El Heraldo o en el Caribe, que el Júnior es la BERRAQUERA, que Gabo y el Pibe son unos BERRACOS o que Shakira es una BERRAQUITA. Si lo hacen, se exponen a que lo lapiden en cualquier calle samaria, barranquillera o cartagenera, por cipote injuriada a nuestros máximos orgullos.

El enfrentamiento entre cachacos y costeños para dirimir sus diferencias sobre la correcta forma de escribir este vocablo, ha tenido muchos capítulos en diferentes épocas y escenarios. Los argumentos esgrimidos por las partes para hacer prevalecer sus posiciones, pueden resumirse como sigue: 1) Cachacos: se basan en la fonética, en la fuerza de dicción y pronunciación que supuestamente acompaña a la “B” frente a la “V”. “Sonoro latigazo fonético”, arguye Luis Lalinde Botero en su Diccionario jilosófico del paisa. 2) Costeños: Simple y llanamente porque en las diferentes acepciones en las que lo usamos los colombianos, buscamos rendirle un merecido homenaje a un animal único, noble y excepcional como lo es el cerdo padre. Permítanme recordarles que otro animal es mantenido como un príncipe en un exclusivo recinto para servir a sus preciosas congéneres, venidas de todas las comarcas vecinas y por cuyo salto el dueño reclama el macho más bonito de la futura camada de lechones. ¿Qué otro animal es sometido a la brutal tortura de caparlo después de los diez años de edad y con 250 ò 300 kilos de peso? Si alguien alguna vez ha escuchado los espeluznantes chillidos de un verraco cuando le extraen las tamacas, apéndices que pesan unas cuatro libras, y después le untan en la herida sal y limón para prevenir la infección, dará gracias a Dios porque Bush no cría marranos en su rancho de Texas; pues de lo contrario, dicho procedimiento de inteligencia y estrategia militar lo hubiera traslado a los pakistaníes detenidos en Guantánamo o a los iraquíes en Abhu Grahib.

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