Mientras disfruto de ésta paz y respirando hondo la suave brisa que nos envuelve, miro desde esta magnífica atalaya toda la sierra de Collcerola, el Tibidabo y los barrios que se deslizan por su ladera.
Rohn y yo nos hemos sentado en un escalón de la empinada escalera de acceso a éste maravilloso rincón de mi querida Barcelona. Le he explicado lo feliz que fui ayer por haber podido celebrar junto a toda mi familia mi cumple. Lo que empezó siendo dos, hoy ya somos 18 y lo que venga. Siendo necesario espacios mas amplios para acoger tan prolífica prole, ésta vez nos hemos reunido en casa de Manolo y Conchi, mis queridísimos cuñados, casi mis hermanos pequeños por lo que representan en mi vida.
Le expliqué toda la fiesta, las fotos, los regalos, los brindis, la tarta con un 68 y sorpresa piromusical, abrazos, besos y el orgullo que sentía de haber dado a éste mundo una semilla de amor y respeto que se perpetuará cuando ya no esté.
Le miré a los ojos, grandes y agradecidos. Lo había entendido todo y dándome unos lametazos de contento, reemprendimos la vuelta a casa para escribir ésta página de mi historia que la cuento tal como es.
No hay comentarios:
Publicar un comentario